miércoles, enero 17, 2007

CARA Y CRUZ DE CAMILO JOSE CELA

Tal día como hoy, hace cinco años, murió Camilo José Cela en la Clínica Centro de Madrid, víctima de una neumonía. Contaba 85 años.
No voy a escribir una nota biográfica al uso ni una necrológica tardía. Sólo quiero mostrar su cara y su cruz, el doctor Jeckyll y el mister Hyde que, de un modo u otro, todos llevamos dentro.
Para la cara he elegido su "Dodecálogo de deberes del periodista", un texto que aún me parece válido para los que trabajan en esta profesión. Para la Y he preferido un retrato ajeno, el que Max Aub hace de Camilo Jose Cela en una de las anotaciones de sus "Diarios" ; y para la cruz, la instancia que envió el escritor en ciernes a la policía ofreciéndose como delator.


El "Dodecálogo de deberes del periodista" lo publicó la revista literaria "El Extramundi" en su número XXIII correspondiente al Otoño de 2000 y dice así:



"Son varios los supuestos de los que ha de partir el periodista para el buen ejercicio de la profesión y creo que quizá pudiéramos expresarlos en un dodecálogo de deberes, en una docena de mandamientos que, a mayor esfuerzo, bien pudiéramos haberla estirado. Probemos a hacerlo, diciendo lo que paso a decirles.
El periodista debe:

I. Decir lo que acontece, no lo quisiera que aconteciese o lo que se imagina que aconteció.

II. Decir la verdad anteponiéndola a cualquier otra consideración y recordando siempre que la mentira no es noticia y, aunque por tal fuere tomada, no es rentable.

III. Ser tan objetivo como un espejo plano; la manipulación y aun la mera visión especular y deliberadamente monstruosa de la imagen o la idea expresada con la palabra cabe no más que a la literatura y jamás al periodismo. (Advierto que uso el primer adjetivo en la acepción, para mí todavía viva, que la Academia se apresuró -y pienso que también se precipitó- a considerar anticuada)

IV. Callar antes que deformar; el periodismo no es ni el carnaval, ni la cámara de los horrores, ni el museo de figuras de cera.

V. Ser independiente en su criterio y no entrar en el juego político inmediato.

VI. Aspirar al entendimiento intelectual y no al presentimiento visceral de los sucesos y las situaciones.

VII. Funcionar acorde con su empresa -quiere decirse con la linea editorial- ya que un diario ha de ser una unidad de conducta y de expresión y no una suma de parcialidades; en el supuesto de que la no coincidencia de criterios fuera insalvable, ha de buscar trabajo en otro lugar ya que ni la traición ( a sí mismo, fingiendo, o a la empresa, mintiendo) ni la conspiración, ni la sublevación ni el golpe de estado son armas admisibles. En cualquier cao, recuérdese que para exponer toda la baraja de posibles puntos de vista ya están las columnas y los artículos firmados. Y no quisiera seguir adelante -dicho sea al margen de los mandamientos- sin expresar el dolor por el creciente olvido en el que, salvo excepciones de todos conocidas y por todos celebradas, están cayendo los artículos literarios y de pensamiento no político en el periodismo actual, español y no español.

VIII. Resistir toda suerte de presiones: morales, sociales, religiosas, políticas, familiares, económicas, sindicales, etc., incluidas las de la propia empresa. (Este mandamiento debe relacionarse y complementarse con el anterior)

IX. Recordar en todo momento que el periodista no es el eje de nada sino el eco de todo.

X. Huir de la voz propia y escribir siempre con la máxima sencillez y correccíon posibles y un total respeto a la lengua. Si es ridículo escuchar a un poeta en trance, !qué podríamos decir de un periodista inventándose el léxico y sembrando la página de voces entrecomilladas o en cursiva!

XI. Conservar el más firme y honesto orgullo profesional a todo trance y, manteniendo siempre los debidos respetos, no inclinarse ante nadie.

XII. No ensayar la delación, ni dar pábulo a la murmuración, ni ejercitar jamás la adulación: al delator se le paga con desprecio y con la calderilla del fondo de reptiles; al murmurador se le acaba cayendo la lengua, y al adulador se le premia con una cicatera y despectiva palmadita en la espalda."


Max Aub


DIARIOS (1939/1972).
1972.

5-Mayo.

" (...) Amable, ameno, mala leche, y amigo de hacer favores. Extraña saber que el inglés fue su lengua materna y que no aprendió español hasta más tarde y que pudo escoger su nacionalidad hasta los veintiún años. Escritor hasta las uñas, organizado, creyéndose la divina garza, envidioso de los grandes, no duda de sí.
No le creo muy leído (por su biblioteca, verbigracia) pero sí magníficamente organizado, con mujer propicia para ese género de deporte.
Buen oído para lo popular, contador de sílabas y palabras y un buen brain trust (barato). Excelente trabajador diario -digamos diez horas- buen organizador y hombre de negocios de primera ( a la inglesa, injerto en gallego.)
Cuida y calcula sus negocios bien planeado; sale de ellos con las manos limpias y los bolsillos llenos. Liberal a la española y a la inglesa.
Alto, barrigón de veras, la cara cuadrada, las patillas canas, vestido ampliamente, dedica todas las horas posibles a su negocio, que es la gloria, a la que ordeña a sus horas fijas, muy bien secundado por Rosario, su mujer.
Sueña todas las noches con el Premio Nobel. No hay nada escrito acerca de que no lo consiga.
Tiene gustos de chamarilero -como yo- pero menda no dice: "Todo lo que hay aquí es auténtico". Ni se lo cree. El, sí. Y es posible que lo sea ¿Qué le importa si sus libros son - dejando aparte los fundamentales- del aluvión?"


"Literatura fascista española", obra de Julio Rodríguez Puértolas. Editoral Akal, 1986 (Dos volúmenes)


Recopilador: Felipeángel (c)


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