Hoy, como cada 8 de enero, Isabel Allende habrá empezado una nueva novela; tal vez siga con la costumbre de poner las obras completas del gran Pablo Neruda debajo de su ordenador; muy probablemente tendrá en su escritorio un hermoso ramo de olorosas flores, recién cortadas, que se mezclará con el muy navideño perfume del incienso para que el tedio no cerque el castillo de su imaginación. Sin duda se rodeará de velas encendidas, como los chamanes, para sentirse inspirada, y verá caer el paso del tiempo en la agónica voracidad de las llamas, mientras escribe.
Hoy Isabel Allende comienza un nuevo laberinto de palabras, el mágico juego de contarnos las cosas, como si fuera a sovoz, en el íntimo nido de su casa.
Felipeángel (c)
Felipeángel (c)
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