Entre los meses de febrero y marzo de 2005, el Centro Cultural de la Villa de Madrid acogió una importante exposición sobre Marilyn Monroe, titulada "Vida de una leyenda".
Sobre ella escribí el siguiente artículo:
M.M.M.UAAA
"Desde el 4 de febrero la tentación vive abajo, en la amplia sala de exposiciones del Centro Cultural de la Villa de Madrid. No es mala alcoba para un mito cinematográfico. Salvando las distancias, las fuentes de Colón te salpican, al pasar, como si fueran las mismísimas cataratas del "Niágara"; está en medio de "La jungla de asfalto"; cada noche se encienden "Las luces de candilejas"; no faltan en la zona urbana millonarios con los que casarse y hasta brindaría, de poder verlo, con Dom Perignon del 53 por encontrarse tan bien escogido emplazamiento al lado de la calle Goya, uno de sus pintores favoritos.
En ese lugar el curioso visitante puede deleitarse contemplando 280 obras expuestas hasta el 27 de marzo. Todas ellas -fotografías y collages, esculturas y cuadros- forman, en su conjunto, un acertado y nostálgico recorrido vital pero también la visión arquetípica que muchos artistas han tenido del mito erótico por excelencia del siglo XX: Marilyn Monroe.
Esta mirada que transforma la imagen real de MM en icono es, sobre todo, la de Andy Warhol cuando, poco después de la muerte de la actriz, escoge una fotografía de Frank Powolny realizada en 1952 para idear sus famosas serigrafías.
Su serie del retrato publicitario, repetitivo y multicolor, domina el hall de entrada y es el motivo pictórico que utilizan otros artistas, como Antonio de Felipe, para sus obras.
Sin embargo, al encontrarnos con las primeras fotos de Norma Jean, nos damos cuenta de que estamos ante dos vidas paralelas: la de la niña adoptada que se pasaba horas enteras ante la pantalla de la sala de cine de sesión continua, viendo las historias del sueño americano, y la de la mujer que ha conseguido su objetivo de llegar a la cima del star system, aun a costa de pasar por su ciénaga.
Dar ese paso no le costó mucho; buscó más la fama que el dinero, el placer que la gloria pero, al final, temía tanto a la vejez como a la locura.
A recorrer el camino del éxito le ayudo su fotogenia y su incuestionable glamour. Un año antes de firmar su primer contrato con la 20th Century Fox, ganando 125 dólares semanales, había sido foto de portada en 33 revistas norteamericanas.
Para ella todo empezó con un reportaje de Bernard de Hollywood. Aun no era Marilyn, ni siquiera rubia. En 1949 Tom Kelley la retrató desnuda, sobre terciopelo rojo, en seis posturas diferentes. La pagó 30 dólares. Años después una de esas fotografías fue la portada del primer número de la revista Playboy. Se vendieron 51.1oo ejemplares.
En este apartado artístico la exposición es generosa; nos brinda la oportunidad de ver el sensacional trabajo de Sam Shaw, Milton H. Green, Douglas Kirkland o Bert Stern, entre otros, pero falta el documento gráfico, sensual y magnífico, de Andre de Dienes.
Lo demás son recreaciones, objetos fetiche, retazos y retazos de su vida y su leyenda convertidos en arte.
Saskia de Boer la imagina crucificada; los altares de José de Guimaraes parecen almodovarianos, y Christian Blau y George Pusenkoff ponen su granito de pintura al arte funerario.
A Marilyn la enterraron el 8 de agosto de 1962, amortajada con un vestido color chartreause de Pucci y la peluca que llevo puesta en "Vidas rebeldes", en el Westwood Memorial Park de Los Angeles. Sonó una canción de fondo pero no se respetó su deseo de que la incineraran.
En Madrid, estos días MM pasea un beso.
Felipeángel (c)
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