"La mula" es una película andalusa sin andaluseh. Mah o menoh como este artículo. Parese escrito en andalú pero no. Tan peculiareh son loh diferenteh asentoh de loh habitanteh de esah tierrah como su grafía. Yo puedo intentá imitarla, como Mario Casah hablarlo, pero salta a la vista que no eh lo mismo. Tal que así la primera impresió cuando lo vemo y lo oímo en la gran pantaya; lo mijmo noh ocurre cuando abre la boquita María Varverde. Son doh andaluseh sin Andalusía en suh venah, con un asento tan farso como el de Penélope Crus en "La niña de tus ojoh". A Penélope la salva que e´un asento para alemaneh, un asento exótico que leh recuerda a lah obrah de Merimée o a loh libroh de viajeh de loh románticoh prusianoh, pero el asento de esta pareha sinematográfica se ve claramente que lo piden loh protagonistah, porque la trama de toa la película se desarrolla en uno de loh frenteh andaluseh de la guerra siví española.
Allí aparece la mula, tóa blanca, en la zona nacioná, con un muerto colgando del estribo. La encuentra el cabo Juan Castro y deside quedársela. Mientrah tanto sigue la ensalá de tiroh entre unoh y otroh, la vía en er frente y en la retaguardia, loh pequeñoh amoreh, lah consignah, loh miedoh y lah desercioneh.
Aunque es una película corá, como lah de Luí Garsía Berlanga, tanto er cabo Mario Casah, en su papé de asemilero de la compañía, como María Valverde, en el suyo de niña cordobesa enamorá, tienen un claro protagonismo. Suh amore y desamore, que van y vienen llevadoh por el interéh de uno y del otro, son tan relevanteh como la mula, que lo mihmo sirve para llevá la carga al trote como un obispo al galope. Unoh y otroh, las relacioneh amorsah de la pareja y la mula no dejan de ser la metáfora de aquelloh tiempoh sombríoh, en el que algunoh españoleh estuvieron dispuestoh a matarse por unoh idealeh y a otroh, la gran mayoría, les pillo en medio sin podé elegí. La mula blanca, entre tanto mulo avellanao, representa la puresa; también el deseo, lah ganah de cambio o, al menoh, de salí adelante con dignidá, una veh terminá la guerra. La guerra termina, efectivamente, pero el amó no acaba de cuajá entre los amanteh, la mula se la quea el ejérsito, que es como desí que se quea la puresa de la España virgen, y loh sordaoh regresan a suh casah con una mano delante y otra detrá, mah o menoh como salieron de ellah, con la salvedá de que lo que realmente cambia en suh cabesah, al menos en la cabesa de Juan, son suh ideah.
En conjunto la película está bien; se deja vé; la historia, aun siendo dolorosamente trágica, tiene momentoh tiernoh e, incluso, grasiosoh. Mario Casah está perfectamnete caracterisao en su papé de gañán y de sordao, lo mismo que María Varverde, recatada en el baile, encantadora en el romanse, y hermosa con su vestío ceñio cuando baja la escalera de su casa dispuesta a comerse er mundo; er poco, claro es, que para una joven de su posición, le dejan.
Felipeángel (c)
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