Esta señora afable y sonriente ha sido la que ha abierto a los trabajadores las puertas de la Biblioteca Nacional. Se llama Rosa Regás y la propuso para ocupar el puesto de Directora nuestra apamelada Ministra de Cultura, Carmen Calvo.
Fue nombrada oficialmente el 14 de mayo de 2004. Desde entonces, han sido muchas las entrevistas que ha concedido pero yo quiero resaltar la que le hizo la periodista África Sánchez, dos años después, porque fue publicada en la edición número 41 de un periódico obrero, CYT NUESTRAPRENSA, de hondo calado sindical.
Fue nombrada oficialmente el 14 de mayo de 2004. Desde entonces, han sido muchas las entrevistas que ha concedido pero yo quiero resaltar la que le hizo la periodista África Sánchez, dos años después, porque fue publicada en la edición número 41 de un periódico obrero, CYT NUESTRAPRENSA, de hondo calado sindical.
Le pregunta África Sánchez:
¿Por qué "debe venir" un trabajador o trabajadora a la Biblioteca Nacional? ¿Qué le puede interesar?
y responde Rosa Regás:
-Un trabajador tiene tanto derecho a la cultura y al conocimiento como cualquier otro. Exactamente el mismo derecho. La igualdad es de todos los ciudadanos. Claro que nos falta la escuela pública y laica, que es la base de toda la igualdad pero nos vamos acercando a ella poco a poco. La cultura es un privilegio y es un privilegio y un derecho. Por lo tanto, todo lo que está en torno a la cultura como puede ser la lectura, como puede ser el asistir a los actos culturales o al cine, al teatro, al baile, como investigar, como leer... todo esto tiene que estar al alcance de todos los ciudadanos.
Nosotros queremos que la investigación sea un asunto más; uno dice: bueno, tengo un par de horas, me voy a acercar a la Biblioteca, a ver si encuentro aquel libro que leí hace tantos años, o aquella película o aquel grabado. O voy a ver, por ejemplo, cómo dibujaba el pintor, o voy a ver cómo se grababa en el siglo XVII y XVIII, o voy a saber lo que pasó en España en 1923 o voy a leer la prensa, o voy a ver qué libros se publicaron durante la República, etc...."
Nosotros queremos que la investigación sea un asunto más; uno dice: bueno, tengo un par de horas, me voy a acercar a la Biblioteca, a ver si encuentro aquel libro que leí hace tantos años, o aquella película o aquel grabado. O voy a ver, por ejemplo, cómo dibujaba el pintor, o voy a ver cómo se grababa en el siglo XVII y XVIII, o voy a saber lo que pasó en España en 1923 o voy a leer la prensa, o voy a ver qué libros se publicaron durante la República, etc...."
Estas ideas de Rosa Regás, que parecen de cajón, no eran, sin embargo, las que se aplicaban en la dirección de la Biblioteca Nacional hace pocos años.
Por allí pasaron tres escritores, de cuyos nombres no me quiero acordar, que hicieron muy poco por acercar la cultura al pueblo. Todo eran trabas, barreras, impedimentos.
Por allí pasaron tres escritores, de cuyos nombres no me quiero acordar, que hicieron muy poco por acercar la cultura al pueblo. Todo eran trabas, barreras, impedimentos.
Ahora es muy diferente. Sigue habiendo muchos controles pero todo son facilidades; nada más entrar y hacer tu petición, te colocan la pegatina de visitante, te envían al ropero para que dejes la bolsa y tu ropa de abrigo, te indican otra sala donde solicitas el documento de lector, rellenas un formulario, te hacen una foto instantánea con una cámara web, te cambian la pegatina, te dan tu nuevo carnet al momento y la información necesaria concerniente a la biblioteca y, con todo ello, pasas a otra sala, la que tiene que ver con tu consulta -yo fuí, por ejemplo, a la hemeroteca-, rellenas una ficha de petición y el periódico, el microfilm, el libro o el documento gráfico de tu interés te lo traen, poco después, con suma y educada diligencia.
Antes no te dejaban pasar ni de la puerta de entrada a no ser que llevaras debajo del brazo tu título académico o tus documentos de investigador, ambas cosas no siempre al alcance de la clase obrera.
Otra de las iniciativas de Rosa Regás ha sido la de ampliar las consultas a los fondos de la Biblioteca.
Antes, en el supuesto de que pudieras hacerlo, sólo se podían pedir, como lector, libros o documentos posteriores a 1956.
Ahora es a partir de 1931 con lo que se amplía mucho el círculo de lectura de libros que, muy probablemente, son hoy en día muy difíciles de encontrar.
Esta otra iniciativa es también muy interesante para todos aquellos que deseen ver las diferentes salas de la Biblioteca.
Esperemos que dure para el bien de todos y que se aplique la misma política en aquellos centros públicos que tienen un marcado carácter elitista.
Felipeángel (c)
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