lunes, noviembre 01, 2010
CEMENTERIOS Y EPITAFIOS
EPITAFIO DE UN MURMURADOR
Muriendo quien yace aquí
de sí mismo murmuró;
pues solo se confesó
para decir mal de sí.
EPITAFIO DEL BRAVO FILONTE
Hendí, rompí, derribé,
rajé, deshice, rendí,
desafié, desmentí,
vencí, acuchillé, maté.
Fui tan bravo, que me alabo
en la misma sepultura.
Matóme una calentura
¿Cuál de los dos fue más bravo?
EPITAFIO DE UNA HABLADORA
Aquí yace sepultada
la mas que noble señora
que en su vida punto ni hora
tuvo la boca cerrada.
Y es tanto lo que ella habló,
que aunque ya más no ha de hablar
nunca llegará el callar
a donde el hablar llegó.
EPITAFIO DEL ASTRÓLOGO ANTÍMACO
Yace un astrólogo aquí,
que a todos pronosticaba,
y que jamás acertaba
a pronosticarse a sí.
De una coz y mil molestias
le mató una mula un día;
que entiende la astrología
al cielo, mas no a las bestias.
Aquí yace un magnate envanecido
que eterno se creyó, siendo de barro;
y tan alto llevó su despilfarro
que el mundo al contemplarlo se aturdió.
Aunque tarde, llevó su merecido,
pues cal puchero de Alcorcón cascado
y a muchachos de blanco preparado,
a una piedra, hecho añicos, sucumbió.
Aquí yace un tigre fiero
que vistió piel de cordero,
queriendo al mundo engañar.
Mas el mundo, que no es tonto,
sus tretas conoció pronto
y lo mandó desnudar.
De garrotes rodeado,
por su nombre preguntado,
dijo ser don Perlinpín.
Y confuso y boquiabierto
al verse así descubierto
reventó de un berrenchín.
El que esta lápida vea
y en ella un gato pintado,
que hay aquí gato encerrado
en su malicia no crea.
Todo el epitafio lea,
y sabrá que dentro habita
un pecador con levita
que, con instintos gatunos,
a otros recetaba ayunos
para él llenar la tripita.
Yace aquí una gran figura
que Escalera dibujó:
Jamás Cánovas se vio
tan bello en caricatura.
Quiso ser, como otras mil,
en el gobierno aprobada,
y la mató a mano airada
el gobernador civil.
Dios se lo pague a S. E. por el dinero que nos hace tirar a la calle.
Yace aquí un versificante,
que con lenguaje no terso,
gastaba en todo su verso
candor, sandalia y brillante.
En lo claro fue ignorante,
lo culto tuvo por guía,
entre confusión vivía,
tanto, que fue en tal abismo
tan obscuro, que aun él mismo
no entendió lo que escribía.
JACINTO ALONSO MALUENDA
FUENTES:
ROBERTO ROBERT: "El mundo riendo"- Librería Española de I. López Bernagosi, Editor- Barcelona, 1866.
Periódico EL ENANO, Madrid, 1851.
Periódico SATANÁS, Madrid, 1880
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