Me gustan los caganers; ponen a los políticos, a los famosos y famosetes de turno, a las estrellas futbolísticas y a los grandes mandatarios del mundo con los pies en la tierra; les dicen lo que les decía el lacayo a los emperadores romanos, "recuerda que eres hombre", y los sitúan en el belén de la vida pública en una situación de igualdad con el resto de los ciudadanos.
Con estas figuritas sus creadores parecen querer decirnos "por sus excrementos los conoceréis", y tal vez sea así, y los servicios secretos aun consideren prioritario hacerse con algunos de ellos, para analizar sus componentes, sus hábitos alimenticios y sus enfermedades.
Lo que ya no se lleva es cagar en el patio, ni limpiarse con las páginas de los periódicos, ni con un manojo de hierba, ni con el dedo. La mayoría de los hogares españoles disponen de cuartos de baño con todas las comodidades y, por supuesto, la de los políticos catalanes también.
¿Con que se limpiará el culo Joan Puigcercós? ¿Usará un papel satinado o esos papeles higiénicos de diseño que lo mismo imitan los billetes de banco que los colores de una bandera? ¿Jugará Alicia Sánchez Camacho a matar marcianitos sin papeles mientras evacúa el vientre en los populares servicios del partido? ¿Cagará José Montilla con el mismo placer que sienten sus votantes a la hora de emitir el voto? ¿Lo hará Joan Saura oyendo por el MP3 los sones de "La Internacional"? ¿Tendrá Albert Rivera la costumbre de hacer sus necesidades completamente desnudo mientras lee las últimas disposiciones sobre la inmersión lingüística en Cataluña, o pensará en la sonrisa de Artur Mas, que puede parecernos la de un taimado jugador de mus o la de un hombre estreñido?
No lo sabemos, pero cagar, cagan seguro, y dentro de unos días alguno lo hará como triunfador en las Elecciones Autonómicas Catalanas. Esperemos que quien salga no la cague.
Felipeángel (c)
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